domingo, 21 de noviembre de 2010

Pumas lo vuelve a hacer, vence a Cruz Azul y lo elimina

Azul...y oro

La hazaña, la tragedia, con tono azul por los dos lados, se fue gestando desde el primer minuto.

Pumas, que necesitaba dos goles para revertir el marcador del juego de ida, enseñó las garras inmediatamente: la velocidad, la adrenalina, su curva de rendimiento superior, en un feroz contragolpe de Martín Bravo, arrastró el balón 40 metros y en medio de dos rivales tiró de media distancia. Y puso su juego en claro, lo que habría que esperar de ellos.

Pero la tragedia de Cruz Azul se fue abriendo paso a la par. Al gol de Universidad se apuntó pronto la lesión de Gerardo Torrado y de Alejandro Vela, y su juego se descompuso.

Universidad consiguió muy pronto lo que buscaba y, bajo sus características, hizo su partido. Presionó en cada centímetro del campo y fue matando a los celestes con intensidad. Jugó a velocidad a la ofensiva y dos contra uno a la defensiva. Presionó toda la cancha. Se brincó, de manera inteligente, en muchos casos el medio campo sobrepoblado en esos minutos.

Así consiguió varias chances de gol: un par más de Bravo, alguna de Palencia, y una más de Jehu Chiapas, pero Corona y Alejandro Castro, el defensa, hicieron un par de atajadas, cada uno, de buena manera.

La Máquina se sintió perdida con la intensidad y el despliegue físico de Pumas, y aunque tuvo buena parte de los primeros 45 minutos el control de la pelota, el control del juego fue de los universitarios.

Pero a la desgracia, tras las lesiones, vino la descompensación anímica de Horacio Cervantes y su expulsión hacía el final del primer tiempo por una torpe patada a Martín Bravo.

El escenario tan cómodo que tenían los locales antes del inicio de este duelo, se transformó radicalmente como de un bosque fresco a un desierto incandescente.

Dos cambios por necesidad, un expulsado, y pocas posibilidades ya de lavarle el rostro al conjunto desde la banca.

Lo que hizo Enrique "Ojitos" Meza fue lo que había que esperar. Ingresó a Rogelio Chávez por César Villaluz y acomodó Alejandro Castro en la central con Néstor Araujo. Afianzó su defensa y esperó su mejor desempeño, descompensando el medio campo y la ofensiva.

El segundo tiempo fue todo de Pumas. Paseó el balón por cada rincón del campo de los celestes. Orrantía ingresó por Palencia y se adueñó de la banda derecha. Cacho lo hizo por la izquierda en lugar de Chiapas y Universidad fue a por el partido.

Pero en ese escenario a los felinos les cuesta, se pierden como en un laberinto estrecho y sin salida. Les falta talento en espacios reducidos. No tienen un hombre que haga de ancla y utilice los huecos a su favor.

Pumas empujó y Cruz Azul aguantó con un Alejandro Castro enorme y un Jesús Corona más que solvente. Fue gastando el tiempo y ahogando las oportunidades de los de azul y oro.

Pero el empeño de Universidad, que necesitaba un gol más para firmar su pase a semifinales, fue su más grande mérito y el tanto, como era de esperarse, vino de la fuerza y no del talento.

Cacho ingresó por la banda izquierda con determinación y Araujo en su desesperación detuvo el balón con la mano. Cacho a los 83 minutos dio forma al marcador, al triunfo y a la épica, y los felinos están en semifinales.

La tragedia en el futbol mexicano tiene un sinónimo: Cruz Azul. La garra también: Pumas.

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