No portó traje de luces ni llevaba capote, pero Enrique Peña Nieto salió triunfante y "a hombros" de la "Monumental" plaza de toros de Apizaco.
Ante un coso totalmente abarrotado, el virtual candidato del PRI a la Presidencia de la República arrancó aplausos, porras y hasta suspiros de las féminas.
Peña Nieto arribó a la memorable plaza apenas 15 minutos antes del mediodía, donde miles de seguidores lo esperaban impacientes, sin importarles que el astro rey dejara sentir su fuerza sobre ellos; todos querían observar a quien desde ayer promoverán hasta convertirlo -con su voto- en el próximo presidente de México.
Diputados locales y federales, alcaldes, representantes de organizaciones adheridas al tricolor, líderes sindicales, presidentes de comités municipales, arroparon al mexiquense.
Al acto público no asistió el primer priísta del estado, el gobernador Mariano González Zarur, pero sí su vástago Mariano junior, quien no perdió de vista los detalles de la logística para reportarlos a través de su Blackberry.
A su arribo, Peña Nieto rompió por instantes su propio cerco de seguridad para caminar entre el tendido y saludar a la gente.
Los tlaxcaltecas se desbordaron con su presencia y, todos, absolutamente todos, buscaban la foto del recuerdo.
El presidenciable tardó 15 minutos para llegar al presidium, y una vez en el estrado se arremangó la camisa, se secó el sudor y escuchó los discursos, al tiempo que se colocó un sombrero con el que por unos minutos mitigó el sol.
Al tomar el micrófono, saludó a los tlaxcaltecas y sostuvo que la paisana Beatriz Paredes Rangel será, sin duda, la próxima jefa de gobierno del Distrito Federal, pues su trayectoria y capacidad la avalan, palabras secundadas por una gran ovación.
Con un piropo a "las bellas mujeres de Tlaxcala", Peña Nieto se echó a la bolsa a las féminas ahí presentes que, eufóricas, alzaron los cartelones que portaban, entre ellos uno peculiar que hacía una invitación indecorosa al priísta: "Peña, bombón, te quiero en mi colchón", se pudo leer.
Y luego vino el discurso contra el "incompetente, negligente e inepto" gobierno de Felipe Calderón Hinojosa.
Teponaxtles, batucadas y bandas de viento no dejaron de sonar cada vez que el priísta causaba revuelo con sus palabras.
Al terminar su discurso, alzó los brazos en señal de triunfo, al igual que la de los precandidatos al Senado.
Al descender del templete, Peña Nieto dio vuelta al ruedo, estrechó manos, se tomó fotos, y cuando alguien se ponía nervioso, simplemente esperaba a que otra persona o su mismo equipo de seguridad plasmaran la gráfica.
Antes de sostener un encuentro con reporteros, una anciana en silla de ruedas -con su nieto en brazos- lo abrazó y le expresó su beneplácito por visitar tierras tlaxcaltecas.
Luego, Enrique Peña Nieto recibió obsequios, entre ellos una caja con puros de Catemaco, Veracruz, bañados en cognac, y una cabeza disecada del toro Campeón # 21, que le dio Arturo Ríos Sánchez, líder de la organización Emprendedores por la Nación (EPN).
Al instante, abordó una camioneta negra de lujo para trasladarse a una reunión privada con directivos de diferentes medios de comunicación; posteriormente tuvo una comida con empresarios, siempre seguido por sus innumerables escoltas que atentos cuidaron que nadie se acercara a molestar a su jefe.
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