El Sol de Tlaxcala
14 de agosto de 2010
Isabel Aquino
Huamantla, Tlaxcala.- Esta es la noche más esperada del año por los huamantlecos que transforman la ciudad en un verdadero jardín para el paseo de su santa patrona la Virgen de la Caridad, cuya procesión engalanada con vistosos y coloridos tapetes es conocida internacionalmente como "La noche que nadie duerme".
Para esta noche esperan la llegada de unos 200 mil visitantes entre peregrinos y turistas que llegan del país y del extranjero para admirar el trabajo anónimo de miles de familias que elaboran tapetes de arena y aserrín de colores con filigranas que encantan a todos.
Para la mayoría es muy difícil comprender cómo la devoción de un pueblo los une para hacer una gran fiesta donde se invierten cientos de miles de pesos en obras de arte que apenas duran unas horas.
Ésa es la fiesta del pueblo, que se ha mantenido por generaciones y que organizadamente año con año, se reparten en comisiones para sufragar todos los gastos que conlleva la celebración desde los oficios litúrgicos, la quema de cohetes, la elaboración de 25 alfombras de flores a lo largo del mes de agosto, el arreglo de las calles y los tapices que cubren unos siete kilómetros cuadrados para el recorrido de la procesión.
Esta fiesta es posible gracias a la contribución de unas cinco mil personas y sus familias que directamente aportan los recursos económicos y ayudan a organizar la festividad y es que "La noche que nadie duerme" es la fiesta de mayor orgullo para los huamantlecos.
Desde las primeras horas de este día el Pueblo Mágico se transforma, las calles se llenan de gente que se esmera por hacer el mejor tapete. Todos son espléndidos. Los alfombristas recrean imágenes de ensueño para una noche fantástica en la que esperan el paso de la procesión de la venerada imagen, con un recorrido de más de 30 calles tapizadas y adornadas con ricos cortinajes, espejos, faroles de colores, adornos luminosos que simulan estrellas, banderas, arcos, enormes festones, tiras de papel picado y miles de flores que convierten en un jardín este camino de fe, de espiritualidad.
En la madrugada del 15 de agosto (01:00) al finalizar la misa, la salida de la Virgen a la calle es espectacular: fuegos de artificio iluminan el cielo, la valla de niñas vestidas con el traje típico de manta con el bordado de la Malinche y grecas prehispánicas se alinean a lo largo de los tapetes; la gente se acerca cada vez más al paso del carro alegórico donde va la Virgen. Los fieles han esperado horas para admirarla, la emoción es indescriptible, la imagen parece cobrar vida, hermosamente vestida con un atuendo bordado con hilo de oro, se aleja y la gente va detrás con los cirios encendidos.
Hay cohetes, luces de bengala y fuegos artificiales que iluminan el firmamento, las campanas de los diversos templos repican de alegría.
Jubiloso acontecimiento, de colorido sin igual, de danza, de música por doquier es "La noche que nadie duerme", conocida así por el encabezado publicado en El Sol de Tlaxcala el domingo 25 de agosto de 1968. El director del periódico en aquel entonces, Alfonso Neri Castaneira, describió muy bien lo que sucede del 14 al 15 de agosto, y es a partir de ese momento que a la procesión se le denomina con este nombre.
El recorrido de varios kilómetros que sigue la patrona de la ciudad acompañada por una multitud de fieles, está engalanado por estos tapetes multicolores con motivos florales y religiosos, que son bellas obras de arte efímero dignas de admirarse, de sólo unas cuantas horas de duración, pero que son confeccionados como una expresión del culto, de fe y devoción.
A lo largo del recorrido y a pesar de las temperaturas extremas que se sienten en la madrugada, niñas y señoritas siguen descalzas escoltando a la virgen y la acompañan hasta el amanecer a su regreso al templo, donde le aguardan bandas musicales que entonan las mañanitas y se hacen diversas representaciones de bailes típicos de toda la región.
Esta celebración es internacionalmente conocida, debido al gran colorido de los tapetes de aserrín que constituyen un arte primordialmente visual, empleando la teoría del color para lograr su máxima expresión.
Huamantla, ciudad provinciana, segura y hospitalaria, recibe con alegría a todos los visitantes que llegan a admirar las alfombras que se confeccionan diariamente en la Basílica de la Caridad y sus tapetes en las calles.
14 de agosto de 2010
Isabel Aquino
Huamantla, Tlaxcala.- Esta es la noche más esperada del año por los huamantlecos que transforman la ciudad en un verdadero jardín para el paseo de su santa patrona la Virgen de la Caridad, cuya procesión engalanada con vistosos y coloridos tapetes es conocida internacionalmente como "La noche que nadie duerme".
Para esta noche esperan la llegada de unos 200 mil visitantes entre peregrinos y turistas que llegan del país y del extranjero para admirar el trabajo anónimo de miles de familias que elaboran tapetes de arena y aserrín de colores con filigranas que encantan a todos.
Para la mayoría es muy difícil comprender cómo la devoción de un pueblo los une para hacer una gran fiesta donde se invierten cientos de miles de pesos en obras de arte que apenas duran unas horas.
Ésa es la fiesta del pueblo, que se ha mantenido por generaciones y que organizadamente año con año, se reparten en comisiones para sufragar todos los gastos que conlleva la celebración desde los oficios litúrgicos, la quema de cohetes, la elaboración de 25 alfombras de flores a lo largo del mes de agosto, el arreglo de las calles y los tapices que cubren unos siete kilómetros cuadrados para el recorrido de la procesión.
Esta fiesta es posible gracias a la contribución de unas cinco mil personas y sus familias que directamente aportan los recursos económicos y ayudan a organizar la festividad y es que "La noche que nadie duerme" es la fiesta de mayor orgullo para los huamantlecos.
Desde las primeras horas de este día el Pueblo Mágico se transforma, las calles se llenan de gente que se esmera por hacer el mejor tapete. Todos son espléndidos. Los alfombristas recrean imágenes de ensueño para una noche fantástica en la que esperan el paso de la procesión de la venerada imagen, con un recorrido de más de 30 calles tapizadas y adornadas con ricos cortinajes, espejos, faroles de colores, adornos luminosos que simulan estrellas, banderas, arcos, enormes festones, tiras de papel picado y miles de flores que convierten en un jardín este camino de fe, de espiritualidad.
En la madrugada del 15 de agosto (01:00) al finalizar la misa, la salida de la Virgen a la calle es espectacular: fuegos de artificio iluminan el cielo, la valla de niñas vestidas con el traje típico de manta con el bordado de la Malinche y grecas prehispánicas se alinean a lo largo de los tapetes; la gente se acerca cada vez más al paso del carro alegórico donde va la Virgen. Los fieles han esperado horas para admirarla, la emoción es indescriptible, la imagen parece cobrar vida, hermosamente vestida con un atuendo bordado con hilo de oro, se aleja y la gente va detrás con los cirios encendidos.
Hay cohetes, luces de bengala y fuegos artificiales que iluminan el firmamento, las campanas de los diversos templos repican de alegría.
Jubiloso acontecimiento, de colorido sin igual, de danza, de música por doquier es "La noche que nadie duerme", conocida así por el encabezado publicado en El Sol de Tlaxcala el domingo 25 de agosto de 1968. El director del periódico en aquel entonces, Alfonso Neri Castaneira, describió muy bien lo que sucede del 14 al 15 de agosto, y es a partir de ese momento que a la procesión se le denomina con este nombre.
El recorrido de varios kilómetros que sigue la patrona de la ciudad acompañada por una multitud de fieles, está engalanado por estos tapetes multicolores con motivos florales y religiosos, que son bellas obras de arte efímero dignas de admirarse, de sólo unas cuantas horas de duración, pero que son confeccionados como una expresión del culto, de fe y devoción.
A lo largo del recorrido y a pesar de las temperaturas extremas que se sienten en la madrugada, niñas y señoritas siguen descalzas escoltando a la virgen y la acompañan hasta el amanecer a su regreso al templo, donde le aguardan bandas musicales que entonan las mañanitas y se hacen diversas representaciones de bailes típicos de toda la región.
Esta celebración es internacionalmente conocida, debido al gran colorido de los tapetes de aserrín que constituyen un arte primordialmente visual, empleando la teoría del color para lograr su máxima expresión.
Huamantla, ciudad provinciana, segura y hospitalaria, recibe con alegría a todos los visitantes que llegan a admirar las alfombras que se confeccionan diariamente en la Basílica de la Caridad y sus tapetes en las calles.
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